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Cuentos del libro Danza de Virtudes bajo el marco de la Educación para la Paz

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6 mayo, 2021

Queridos amigos, desde el CEP estamos llegando a los hogares de nuestros amigos con una actividad para leer, colorear y compartir en familia.

Nuestros cuentos del libro Danza de Virtudes creados bajo el marco de la Educación para la Paz son ideales y valiosos para ser compartidos en estos tiempos tan complejos por los que estamos atravesando.

Se envían de forma virtual con un instructivo para desarrollar según las herramientas con las que cuenta cada familia.

A continuación, compartimos un cuento con el instructivo para que compartan con sus alumnos, familiares, amigos o colegas.

CONFIANZA EN UNO MISMO

“Ve con tus propios ojos y no con los ojos de otro, entiende con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo.”

Cuando Pedro se hizo grande, su padre le dijo: –Hijo mío, no todos nacen con alas y, si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniéndolas.

–Pero yo no sé volar –contestó el hijo.
–Ven –dijo el padre. Lo tomó de la mano y, caminando, lo llevó al borde del abismo en la montaña.
–Éste es el vacío, hijo mío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte acá, respirar profundo y saltar al abismo. Una vez en el aire, extenderás tus alas y volarás.
El hijo dudó. – ¿Y si me caigo? –preguntó.
–Aunque te caigas –replicó el padre–, sólo tendrás algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento.

El hijo volvió al pueblo y les contó a sus amigos, con los que había caminado toda su vida.

Los más pequeños le dijeron que estaba loco y que su padre estaba delirando. –¿Qué vas a buscar volando? –le decían–. ¿Por qué no te dejas de boberías? Además, ¡¿quién necesita volar?!
Los más lúcidos dijeron: –También sería peligroso, ¿por qué no empiezas despacio? En todo caso prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol y no directamente desde un precipicio como te aconseja tu padre.
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían y subió a la copa de un árbol. Con coraje saltó; desplegó y expandió sus alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas, pero igual se precipitó a tierra y, con un enorme chichón en la frente, fue a ver a su padre y le reprochó: – ¡Me mentiste! ¡No puedo volar! ¡Mira qué golpe me di, yo no soy como tú, mis alas sólo son de adorno!
–Hijo mío –dijo el padre– para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse de un paracaídas. Necesitas cierta altura antes de saltar. Para aprender a volar, siempre hay que empezar escuchando a quienes ya lo han hecho, como yo que soy tu padre. Si uno no quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando para siempre…

Canal de Youtube:

https://www.youtube.com/channel/UCX2FOKzJOMdijpD2KBCATzA

paz@centroeducacional.org

Cel. 1135752721

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