“Heroína radiante de incomparable encanto”
May Ellis Maxwell
1870 – 1940
May Ellis Maxwell nació en Nueva Jersey, Estados Unidos, el 14 de enero de 1870. Falleció súbitamente en la ciudad de Buenos Aires el 1º de marzo de 1940, apenas tres días después de su llegada a Argentina.
Su muerte inesperada se produjo mientras hacia lo que más amaba: compartir con la gente las Enseñanzas de la Fe Bahá’í.
Fue una de las primeras difusoras de la Fe Bahá’í en Occidente.
La suya fue una vida rica e incomparablemente bendita, consagrada a propagar por toda la tierra el nuevo Mensaje de unidad de la humanidad anunciado por Bahá’u’lláh y el Báb.
Su valentía y tenacidad en la promoción de la justicia global, la paz internacional, la educación universal obligatoria, la abolición de los prejuicios y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres convierten a May Ellis Maxwell en una figura de inspiración única.
Tal fue la notoriedad internacional que cobraron sus servicios señeros y sus hazañas superlativas en pro de la construcción del bien común, que la noticia de su repentino fallecimiento durante su visita a Argentina fue registrada en las páginas del Diario “The Standard», el periódico de lengua inglesa más antiguo y respetado de América del Sur.
Bajo el título «Primer Funeral Bahá’í» en Sudamérica, el artículo anunciaba el entierro de la Sra. Maxwell en el Cementerio de Quilmes, y referia al especial arribo de amigos de diversos países para participar del sepelio resaltando a través de ello el carácter universal de la Fe Bahá’í.
Sobre el significado del monumento emplazado en la tumba de su esposa, el Sr. William Sutherland Maxwell ha escrito:
«Es una expresión del afecto y el amor por alguien que consagró su vida a la Fe Bahá’í. No es un asunto de familia como suelen serlo los recordatorios. Representa la forma concreta, el nuevo ideal espiritual que transformará este mundo agobiado y afligido».
Sólo el porvenir dará justo testimonio del significado imperecedero de la proeza espiritual de May Maxwell.
Su histórico lugar de descanso está destinado a perdurar como recordatorio conmovedor de la marcha irresistible de la Causa de la Más Grande Paz.