Gema Silvestre
La soledad y el amor propio en el mundo actual
Gracias a los monumentales avances de la tecnología en el pasado y presente siglo, los seres humanos estamos conectados hoy más que nunca. Desde la globalización hasta las redes sociales, el contacto y la comunicación nunca fueron más sencillos. Y, a pesar de todo ello, muchos seres humanos se sienten frecuentemente solos en el mundo. A la par de este sentimiento de soledad, en la última década se ha producido un boom del discurso del amor propio.
El amor propio se define como el “grado de aceptación, respeto y consideración que sentimos para con nosotros mismos (…) el resultado de conocerse y quererse a sí mismo”[i]. A partir de ello, hoy en día se ha vuelto cada vez más común escuchar consignas del tipo “primero vos, después lo demás”, “no podés amar a otros si no te amás primero vos”, “antes que nada tenés que estar bien vos”, entre otras. Pese a la enorme importancia y a las bienintencionadas premisas de este tópico, llevado al extremo este discurso ha generado —en nombre del amor propio— la creciente tendencia de la priorización del yo por sobre el otro. Por supuesto, no todos los que abogan por el amor propio traducen a este en una constante y exclusiva autocomplacencia del yo. De hecho, se ha señalado que no se debe equiparar el amor propio al egoísmo: “No debemos (…) confundir el amor propio con el ego. Quererse a uno mismo no implica renegar de las propias limitaciones, ni pensarse más que los demás, sino justamente aceptar la propia manera de ser, a sabiendas de que nuestros aspectos negativos requerirán trabajo y nuestros aspectos positivos consolidación”[ii]. Pero entonces, ¿es posible el amor propio sin caer en el egoísmo? ¿Existe un equilibrio?
El yo y amor propio desde una perspectiva espiritual
¿Cuáles son algunas ideas inspiradas en el estudio de los escritos bahá’ís que pueden ayudarnos a reflexionar sobre este tema? (¿Cuál es la perspectiva de la Fe Bahá’í en este asunto?) Bahá’u’lláh, el Fundador de la fe bahá’í, escribió: “Bendito el que prefiere a su hermano antes que a sí mismo”[iii]. En las enseñanzas bahá’ís se amplía este enfoque a través de una preciosa metáfora acerca de cómo la naturaleza de la generosidad y la entrega al bien común ilumina el mundo: “Contemplad una vela, cómo da luz. Derrama su vida gota a gota para dar su llama de luz”[iv]. También, se explica que hay dos significados del concepto ‘yo’ en las Escrituras Bahá’ís: uno es la identidad del individuo creado por Dios y otro es el ego, parte de nuestra naturaleza inferior “contra la cual debemos luchar a fin de fortalecer y liberar el espíritu dentro de nosotros y ayudarlo a alcanzar la perfección”[v]. Siguiendo con ello, se elucida:
Toda alma imperfecta es egocéntrica y sólo piensa en su propio bien. Mas, a medida que sus pensamientos se expanden ligeramente, comienza a pensar en el bienestar y la comodidad de su familia. Si sus ideas se amplían algo más, su preocupación será la felicidad de sus conciudadanos; y si continúan extendiéndose, pensará en la gloria de su país y de su raza. Pero cuando las ideas y opiniones alcancen el grado más elevado de expansión y lleguen a la etapa de la perfección, la persona se interesará por la exaltación de la humanidad. Será entonces un bienqueriente de todos los hombres y procurará el bien y la prosperidad de todos los países.[vi]
El propósito del cuidado de uno mismo
La cooperación y la ayuda mutua, entonces, se transforman en una verdadera fuente de felicidad. Si bien estos textos nos alientan a buscar el bienestar de quienes nos rodean, esto no implica el descuidar el propio cuerpo y espíritu. Personalmente, intento pensar que, si es necesario cuidar de uno, en todo caso lo es para así poder cuidar a otros, esto es, mantenerse sanos y fuertes —tanto física como espiritualmente— haciendo ejercicio, llevando una buena alimentación, meditando o teniendo el hábito de orar para ayudar a que otros estén sanos y fuertes también. De igual modo, en los textos bahá’ís acentúa la importancia de no desatender la salud, no porque esta sea un fin en sí misma sino porque constituye un medio para poder servir[vii]. Así, tal vez no se trate entonces si optar o no por cuidarnos, sino más bien del porqué nos cuidamos. Mi reflexión personal es que no se trata de cuidarse a uno mismo primero o de estar bien antes de ayudar a otros. Sino que, el crecimiento personal se da a la par de que servimos a quienes están a nuestro alrededor. El elevado ideal que nos propone la fe bahá’í es el del desprendimiento del yo y su baja naturaleza. El desprendimiento absoluto no es posible: “La completa y total eliminación del ego supondría llegar a la perfección, que el hombre nunca podrá alcanzar por completo; pero el ego puede y debe subordinarse cada vez más al alma iluminada del hombre. Esto es lo que conlleva el progreso espiritual”[viii].
El papel del servicio en la transformación individual y social
Por ende, el desafío que se nos presenta implica un doble ejercicio: el subordinar a nuestro yo y sus propósitos egoístas a la vez que buscamos la excelencia y el desarrollo de nuestras cualidades espirituales. Todo ser humano debe aspirar a la distinción espiritual[ix]. Bahá’u’lláh, en consonancia con ello, proclama: “Esforzaos para adquirir tanto las perfecciones internas como las externas, pues siempre han sido y serán los frutos del árbol humano”[x]. Si bien estas dos consignas podrían en un principio presentarse como contradictorias o parecer que conforman un imposible de practicar—porque ¿cómo voy a abogar por el desarrollo de mis cualidades espirituales si estoy intentando constantemente renunciar a mi yo?—, en realidad son dos ejercicios que se complementan. El terreno en el que estos dos propósitos confluyen y se alimentan mutuamente es el servicio.
Servir para los bahá’ís consiste en llevar adelante todo acto de amor o ayuda abnegado hacia los demás, que puede abarcar desde grandes empresas hasta pequeñas acciones cotidianas con nuestra familia, vecinos o amigos. Al servir, se producen dos procesos de transformación: por un lado, el crecimiento intelectual y espiritual del individuo, por el otro, el mejoramiento de la sociedad; esto es lo que se conoce también como doble propósito moral. Esto se debe a que el servicio funciona como el campo en el que se cultivan, potencian y fortalecen las cualidades y habilidades personales que, al mismo tiempo, están siendo puestas para efectuar un cambio que contribuya al bienestar de la humanidad. De este modo, el desarrollo personal y la transformación de la sociedad son procesos que se dan a la par. Shoghi Effendi afirmó:
No podemos separar el corazón humano del ambiente que nos rodea, diciendo que cuando uno de ellos se reforme todo mejorará. El hombre es una parte orgánica del mundo. Su vida interior moldea el ambiente y es, a la vez, profundamente afectada por él. El uno actúa sobre el otro y todo cambio duradero en la vida del hombre es el resultado de estas interacciones mutuas.[xi]
Con ello, el servicio, más que una actividad, se vuelve un espíritu que imbuye, moldea y perfila nuestro estilo de vida. Como sostiene Bahá’u’lláh, “Es un verdadero ser humano quien hoy se dedica al servicio de toda la raza humana”[xii].
Gema Silvestre es estudiante de letras, miembro de la comunidad bahá’í de Rosario.
Referencias
[i] Gómez, María Inés (18 de noviembre de 2024). Amor propio. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 9 de febrero de 2025 de https://concepto.de/amor-propio/.
[ii] Ibidem.
[iii] Bahá’u’lláh. (2009). Tablas de Bahá’u’lláh, Kalimát-i-Firdawsíyyih (Palabras del Paraíso), Editorial Bahá’í de España, pág. 90.
[iv] Abdu’l-Bahá citado en Honnold, A. (1986). Relatos de la vida de Abdu’l-Bahá. Editorial Bahá’í de España, pág. 28.
[v] Shoghi Effendi citado en Asamblea Espiritual de los Bahá’ís de Argentina. (1976). El modelo de vida bahá’í. EBILA, pág. 14.
[vi] Abdu’l-Bahá. (2016). Selección de los Escritos de Abdu’l-Bahá, nro. 34.
[vii] Shoghi Effendi citado en Zohoori, E. (1988). El trono del espíritu. Enseñanzas bahá’ís sobre el cuerpo humano. Editorial Bahá’í de España, pág. 45.
[viii] Shoghi Effendi citado en Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de España. (1997). Vivir la vida. Recopilación de Escritos. Editorial Bahá’í de España, pág. 18.
[ix] Abdu’l-Bahá citado en Asamblea Espiritual de los Bahá’ís de Argentina. (1976). El modelo de vida bahá’í. EBILA, pág. 80.
[x] Bahá’u’lláh citado en Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia. (1982). Educación Bahá’í. Recopilación, EBILA, pág. 3.
[xi] Shoghi Effendi citado en Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia (1990). Conservación de los recursos de la tierra, pág. 5.
[xii] Bahá’u’lláh. (2017). Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, CXVII.