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“Un Refugio para toda la Humanidad”

Bahá’u’lláh

El Maestro: ‘Abdu’l-Bahá

Abdu’l-Bahá recibe el título de Caballero por aliviar la angustia y el hambre durante la guerra, 27 de abril de 1920

Campeón de la paz

Durante los primeros años del siglo XX, ‘Abdu’l-Bahá, el Hijo mayor de Bahá’u’lláh, fue el principal exponente de la Fe bahá’í. Fue reconocido como el campeón de la justicia social y como embajador para la paz internacional.

“La causa de la paz es una causa muy grande, es la Causa de Dios, y todas las fuerzas del mundo se oponen a ella. Los gobiernos, por ejemplo, consideran el militarismo como un paso hacia el progreso humano; esa división entre hombres y naciones es la causa del nacionalismo y el honor; consideran que si una nación ataca y conquista a otra, ganando riqueza, territorio y gloria con ello, esta guerra y conquista, este derramamiento de sangre y crueldad son la causa del progreso y prosperidad de la nación victoriosa. Ello es un error extremo. Comparad las naciones del mundo con los miembros de una familia. La familia es una nación en miniatura. Simplemente agrandad el círculo del hogar y tendréis la humanidad. Las condiciones que rodean a la familia rodean a la nación. Los acontecimientos de la familia son los acontecimientos en la vida de la nación. ¿Contribuiría al progreso y adelanto de una familia que surgieran disensiones entre sus miembros, todos peleando, saqueándose unos a otros, celosos y vengativos, buscando ventajas egoístas? De ningún modo, esto sería la desaparición del progreso y el adelanto. Así ocurre en la gran familia de naciones, pues las naciones no son sino un conglomerado de familias. Por tanto, así como la lucha y el disenso destruyen la familia e impiden su progreso, así las naciones son destruidas y el adelanto obstaculizado.”

La Promulgación de la Paz Universal. charla del 30 de mayo de 1912 en el Albergue Teosófico.

“Si el amor y la armonía se manifiestan en una sola familia, esa familia progresará, se volverá iluminada y espiritual; pero si la enemistad y el odio existen en su seno, la destrucción y dispersión son inevitables. Esto es, de igual modo, verdadero para una ciudad. Si aquellos que la habitan manifiestan un espíritu de armonía y camaradería, progresará constantemente y las condiciones humanas se harán más brillantes, mientras que a través de la enemistad y la contienda se degradará y sus habitantes se dispersarán. De la misma manera, el pueblo de una nación se desarrolla y avanza hacia la civilización y la iluminación a través del amor y la armonía, y lo desintegra la guerra y la contienda. Finalmente, esto es cierto para la humanidad misma en su conjunto. Cuando el amor se logre y los ideales lazos espirituales unan los corazones de los hombres, toda la raza humana se elevará; el mundo sostenidamente, se irá tornando más espiritual y radiante y la felicidad y tranquilidad de la humanidad aumentarán 160 inconmensurablemente. La guerra y la contienda serán desarraigadas, la discordia y el disenso desaparecerán y la paz universal unirá a las naciones y pueblos del mundo. Toda la humanidad morará junta como una sola familia, mezclados como las olas de un solo mar, brillando como estrellas de un solo firmamento, y surgirán como frutos del mismo árbol. Esta es la felicidad, la eterna gloria y la vida sempiterna; ésta es la dádiva divina”. 25 de Mayo. 1912